El juego: ¿Potenciarlo o limitarlo?

Hace unos días establecimos un debate en clase de Didáctica y Currículo de Educación Infantil sobre la importancia del juego en infantil y caí en la cuenta de muchas cosas de las cuales, hasta ahora, no había sido consciente.

Hagamos un poco de memoria...

¿Qué es lo que más os gustaba hacer de niños?

¿Recórdais cómo jugábais?

¿Cuanto tiempo le dedicábais?

¿Con qué jugábais?

Las respuestas son muy variadas pero tienen algo en común: el amor por el juego, el instinto natural de los niños de jugar. No hay niño en el mundo que si le das, aunque sea un palo, no haga nada con ello. Está en la naturaleza del niño el jugar porque forma parte de su ser: le gusta experimentar, investigar...

El niño quiere divertirse y para ello establece una serie de mecanismos que durante los primeros meses y años de vida son muy centrados en su persona pero que con el tiempo van teniendo en cuenta al otro, a los amigos, el juego empieza poco a poco a ser social.

Debemos considerar el juego como un elemento de aprendizaje ya que mediante éste, los niños canalizan tensiones y deseos afectivos, les ayuda a exteriorizar conflictos afectivos no resueltos del todo e imitan conductas de sus adultos de referencia. Desde mi punto de vista, todo el que se dedique o esté estudiando para formar parte del mundo educativo debe estar de acuerdo con este principio. De no ser así creo que deberían replantearse su carrera o profesión porque el juego es una de las experiencias compartidas y vividas por todos. Además, en la vida de todo niño, juego y trabajo están muy relacionados ya que cuando un niño juega, trabaja al mismo tiempo, de modo que no es "jugar por jugar" sino que detrás del juego hay unos obejtivos didácticos.

No se si os habré convencido con estas palabras pero os dejo un documental muy inetresante sobre el juego para haceros pensar más sobre el tema. En el minuto 22 podéis escuchar al gran Tonucci.